viernes, 24 de febrero de 2012

2-DE LAS LEYES NATURALES


Tratamos con leyes naturales evidentes, empleando tal término por el simple hecho de que responden ante nuestros ojos bajo un experimento simple. La manzana que cae del árbol y golpea la cabeza del científico, nos indica una verdad innegable: la gravedad. Pero, ¿qué sucede con aquellas leyes que no tienen consecuencia instantánea? ¿Qué sucede con aquellas que tienen como resultado situaciones que puedan sucederse inclusive años después? Simplemente, no las vemos, o preferimos no mirarlas. Convengamos entonces que pisar la cascara de banana adrede en más de una ocasión o dos, nos hace sentir idiotas, porque conocemos perfectamente el resultado. Aquí es cuando sucede lo mismo. No somos ciegos, o miopes. Simplemente creemos que es mejor no analizar la acción que desencadenó la consecuencia de la cual nos lamentamos. Así, es más fácil culpar al destino, la mala suerte, Dios, o los Hados (la elección de ello no es trascendental). Detenerse unos momentos para analizar, introspectiva y profundamente, las razones de una causa nos da como pauta algo útil y duro a la vez: que tenemos el poder de elegir las acciones, no las consecuencias. Pero si elegimos las acciones concibiendo las leyes naturales, las consecuencias habrán sido seleccionadas exactamente una a una por nosotros mismos.
Podemos dar crédito, sin duda, de aquella frase tan mencionada, pero más que nada por modismo y buenas costumbres: un hombre cosecha lo que siembra.

2 comentarios: